Winston Joseph Zamora Díaz
Ph.D. Educación e Intervención Social
drwinzamora@uml.edu.ni
Universidad Martín Lutero
Resumen
Asumiendo que la actividad laboral del docente, desde la dimensión formal de la educación, tiene sentido en las aulas de clases, es decir en los centros escolares. Ante ello se debe reconocer también cuan compleja son las organizaciones escolares. Este ensayo pretende, a través de la revisión bibliográfica y la experiencia misma del autor, compenetrar en algunos aspectos que están presentes en las mismas y que implican su funcionamiento.
Para ello, se aborda el tema desde algunas propuestas que enfocan el cómo se percibe la organización escolar, hasta incluir algunos elementos que consideramos vitales dentro del funcionamiento de centro escolares y que condicionan además la labor docente. Pertinente destacar que después de un recorrido por diversas lecturas y experiencias se percibe que muchos de estos aspectos presentes en las organizaciones escolares pasan por desapercibido frente al actuar docente, aun cuando estas pudieran afectar considerablemente no solo el buen desempeño sino también su salud. Muchos de estos aspectos presentes en las organizaciones escolares y que se enuncian en este artículo inciden en el grado de motivación del profesorado, en la valoración que éste percibe de la sociedad, en la falta de buenas relaciones con sus superiores y el resto de los compañeros de trabajo, en su promoción laboral, en el reconocimiento mismo de sus funciones; y finalmente la mayor de las repercusiones podría desencadenar en una afectación en su salud.
Palabras clave: Organización escolar, desempeño docente, afectación.
Elements that condition teaching performance: A perspective from the school climate
Abstract
Assuming that the teacher’s work activity, from the formal dimension of education, makes sense in the classrooms, that is, in schools. Given this, it must also be recognized how complex school organizations are. This essay aims, through the bibliographic review and the author’s own experience, to understand some aspects that are present in them and that imply their operation.
To do this, the topic is addressed from some proposals that focus on how the school organization is perceived, to including some elements that we consider vital within the functioning of the school and that also condition the teaching work. It is pertinent to highlight that after a review of various readings and experiences, it is perceived that many of these aspects present in school organizations go unnoticed in the teaching profession, even though these could considerably affect not only good performance but also their health. Many of these aspects present in school organizations and which are stated in this article affect the degree of motivation of the teachers, the value they perceive of society, the lack of good relationships with their superiors and the rest of their colleagues. of work, in their job promotion, in the recognition of their functions; and finally, the greatest repercussions could lead to an impact on your health.
Key Words: School organization, teaching performance, affectation.
1. Introducción
El término escuela implica dentro de su magnitud, una serie de agentes que la componen. Ante este escenario en el que han venido fomentando actividades de enseñanza, de transmisión de conocimientos y que por supuesto trascienden a lo formativo de la persona y a la sociabilidad. Cabe reconocer que aquí son los profesores los que sobresalen frente a esta realidad como miembros que conforman esta institución. Se ha de reconocer que las escuelas en su mayoría obedecen a patrones ideológicos, políticos, a posturas de grupos sociales; y que todo esto modifica la conducta y el actuar del profesorado. Del mismo modo se debe reconocer que la labor docente es por su naturaleza compleja, pero que hay un sin número de realidades y demandas que la han complicado aún más en las últimas décadas. José Manuel Steve un investigador español quien era dedicado a estudiar la actividad docente planteaba lo siguiente:
La profesión docente es siempre una actividad ambivalente, por una parte la enseñanza puede vivirse con optimismo, y convertirse en una forma de autorrealización profesional, por otra parte es una profesión exigente, a veces físicamente agotadora, sujeta siempre al juicio de un público que con sus preguntas nos pone a prueba, no sólo en nuestros conocimientos, sino también en nuestra propia coherencia personal (Esteve, 1987). A esto se suman los resultados de un estudio realizado por UNESCO en 2006 citado por Zamora, Cobos y López (2016) cuando se detallan algunos aspectos que más afectan su actividad profesional docente: falta de colaboración de los padres de familia, organización y gestión del trabajo, problemas de aprendizaje que se derivan de las situaciones sociales y pedagógicas, el comportamiento indisciplinado de los grupos de estudiantes, la falta de ciertas condiciones laborales entre otros. Es por eso que a manera de reflexión y con la intención de poner de manifiesto lo que desde la experiencia personal y de otros expertos aqueja la realidad del desempeño docente, en este artículo se abordan algunos elementos que con mayor visibilidad suelen condicionar la actividad docente desde su actuar en la escuela.
2. Desarrollo temático
Esta disertación se enrumba en las consideraciones o experiencias investigativas de dos grandes investigadores de largo trayecto en el tema, el profesor José Manuel Esteve, quien fue profesor e investigador de pedagogía y catedrático en la Universidad de Málaga. El otro investigador es el Dr. Alfonso J. Aparicio, miembro del Instituto de Investigaciones Antropológicas de Castilla y León. Así que este ensayo reflexivo tiene su sustento en la tesis planteada en el libro Práctica educativa y salud docente en Aparicio (2009) cuando este expresa:
El docente interactúa con sus alumnos, con otros profesores, con profesionales no docentes del centro y con miembros de la comunidad escolar. El medio físico, la organización, los planes, las características del entorno social del centro, el número de alumnos, los recursos, el tipo de alumno, las relaciones internas/externas (tomando como eje el lugar de trabajo) y otros elementos influirán más o menos en la práctica educativa (pp. 9-10).
Se trata a continuación de develar aquellos elementos que por naturaleza de la profesión causan un desgaste en la vida personal y laboral del profesor, pero si todo esto es atendido debidamente pudiera mejorar positivamente la condición laboral y de vida del profesorado frente a su desempeño. De tal manera que los aspectos que se abordan se corresponden en concordancia con lo expuesto anteriormente.
La Organización Escolar
El término “escuela” implica, dentro de su magnitud, a una serie de agentes que la componen. Ante este escenario en el que se han venido fomentando actividades de enseñanza, de transmisión de conocimientos y que, por supuesto, trascienden a lo formativo de la persona y a la sociabilidad. Cabe reconocer que aquí son los profesores y profesoras los que sobresalen frente a esta realidad como miembros que conforman esta institución.
Se debe reconocer que los maestros no sólo instruyen, sino que representan y comunican una filosofía educativa particular que obedece muchas veces la postura ideológica, política o social a la que está supeditada la institución escolar, y que además incluye pautas mediante las cuales los estudiantes serán evaluados.
En el caso de las organizaciones escolares, de acuerdo con Delgado y otros (2011), la escuela es una organización a través de la cual la sociedad ha ido construyendo e institucionalizando el sistema de formación que desea para sus ciudadanos, de manera que se transmita y se mejore a través de ella, el acervo cultural, científico, artístico y ético que constituye su patrimonio identitario, es decir, el patrimonio que permite una identidad propia a un grupo social y humano. Ante este planteamiento, será necesario entender que para que la escuela como organización consiga tales fines, deberá procurar la implicación e integración de una serie aspectos (liderazgo, gestión de recursos, planificación y organización del trabajo docente, comunicación, interacciones favorables, evaluación del modelo de gestión, entre otros) que permitirán lo previsto en el proyecto educativo del centro y que como tal esto será consecuente con proyectos de comunidad y/o de nación.
Hemos de reconocer a la escuela o al centro escolar como una organización, en tanto que en ella laboran con intereses comunes un conjunto de personas, con una ordenación normativa, con un sistema de autoridad jerárquico, con un sistema de comunicación e interrelación y por supuesto con unas formas de coordinación para su realización operativa; y que por tanto todos estos aspectos son condicionantes para el desarrollo del trabajo docente.
El alumnado
Los cambios bruscos del comportamiento de las sociedades y los que ha venido sufriendo el sistema educativo en los últimos años afectan también la relación maestro-alumno. No es posible reducir la función docente únicamente a la transmisión tradicional de conocimientos frente a un grupo que supone motivación para prestar atención e involucrarse en una materia. Habilidades como la buena comunicación, la participación incluyente, la atención a la diversidad de aprendizajes, diversidad cultural, la formación ciudadana y la convivencia democrática son, entre otras, algunas de las buenas prácticas demandadas por la sociedad, que requieren de un nuevo rol de la escuela y, por ende, del maestro, lo cual implicará en la relación maestro-alumno.
Un estudio denominado la mirada de los docentes sobre factores que condicionan su desempeño, realizado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) en México en el año 2015 recaba de viva voz del profesorado que situaciones como la actitud de los estudiantes hacia el trabajo en el aula, problemas económicos y sociales, dificultades familiares, impactan no solo en el comportamiento de los estudiantes, sino también en su desempeño docente. Pero además mencionaron otra serie de aspectos influyentes como carencias alimentarias, físicas y psicológicas, necesidades educativas especiales, problemas de extra-edad, adicciones, entre otros.
Son muchos los docentes entusiasmados por mostrar lo mejor de su desempeño, pero que se frustran en el caminar de su carrera cuando el actuar de los estudiantes irrumpe en el escenario docente. Como expresan Travers y Cooper (1997) con relación a la disciplina de los estudiantes: “uno de los estresantes potenciales al que se enfrentan los enseñantes son las actitudes y conductas de los alumnos”. (p. 75).
Por tanto, como se presenta en este pequeño apartado, queda constatado que el propio alumnado, a través de sus necesidades y actitudes, es otro de los elementos fundamentales a tener en cuenta a la hora de valorar el bienestar del desempeño laboral docente.
Los compañeros de trabajo: las relaciones
En toda institución o empresa, en el desempeño cotidiano de las labores de cada persona son inevitables e imprescindibles las relaciones entre colegas, pues el buen desarrollo de las funciones de uno estará en alguna medida ligado al desempeño de otro, o es necesario en algún momento el trabajo cooperativo. De ahí que por su implicación es necesario ir creando espacios para mantener buenas relaciones entre compañeros de trabajo.
Aparicio (2009), en su investigación antropológica de la práctica educativa expresa que las interacciones con los profesionales docentes construyen y deconstruyen escenarios de relaciones constantemente. Eso hace que los docentes se muevan y actúen dentro de una organización (escuela) frente a variables imprevisibles de la convivencia, generando esto experiencias personales-profesionales muy diversas y ricas en matices positivos y negativos (p. 59).
Diferentes autores han analizado que cuando la relación entre compañeros de trabajo es negativa es fuente de estrés y por tanto atenta contra la salud del docente. Fullán (1991), destaca en su estudio la actitud negativa de los compañeros como factor agobiante en el trabajo docente. Otros autores como Calvete y Villa (1997) afirman que “los conflictos con otros profesores pueden convertirse en una causa de estrés, además de privar de una importante fuente de apoyo social”. (p. 29).
En el contexto educativo las relaciones interpersonales que se desarrollan entre los profesores pueden ser un recurso de mejoramiento y progreso para la escuela siempre que estas estén fundadas en la confianza que apunta hacia un mismo fin. Y es que estas no solo condicionan la capacidad de la escuela para mejora, sino también el rendimiento del docente (Razeto, 2017).
El clima del aula: la disrupción
El clima favorable en el aula de clase es un tema que a todo docente le causa inquietud, y es que garantizar la buena convivencia en el aula es una cuestión que va ligada con una mejor práctica docente. Gotzens (1999), señala cuatro factores que nos parecen importantes y que tendrían que ver con la prevención de problemas de disciplina, estos son:
- Establecimiento de normas de clase
- La asamblea de clase
- El trabajo en pequeño grupo
- Las relaciones con las familias
Valores democráticos como la participación, base en la que se apoya nuestra sociedad, pueden, en el marco de la convivencia diaria del grupo de clase, fomentarse y aprenderse a través, entre otras situaciones, de la asamblea de aula (Pérez, 1999).
Lo expresado anteriormente se puede entender, como que el hecho de prestar atención por igual a los estudiantes en el grupo de clases, es una práctica saludable en tanto que se promueve la disciplina desde el sentido de la comunidad, la atención a la diversidad y el gesto de inclusividad el cual es vital frente a una diversidad tan amplia con la que tiene que convivir el docente en el aula. Todo esto tiene vital relevancia porque entronca directamente con la prevención de la disrupción en el aula y así con el hecho de conllevar un proceso de enseñanza-aprendizaje más efectivo. Frente a tal evento nos queda indagar y reflexionar sobre las preguntas: ¿qué es la disrupción en el aula?, ¿qué técnicas o métodos podemos utilizar para intentar que los alumnos comprendan las normas de clase y tomen conciencia de un comportamiento a favor del proceso de enseñanza-aprendizaje?
Según Fernández (2002), la disrupción se refiere a un anglicismo que puede presentar cierta dificultad para ser asumido por un sector del profesorado. En el mundo educativo adquiere una serie de connotaciones propias, entre ellas:
Se refiere a un conglomerado de conductas inapropiadas dentro del aula, tales como levantarse a destiempo, hablar cuando explica el profesor. Retrasa y en algunos casos impide el proceso de enseñanza y aprendizaje. Supone que los objetivos educativos de las diferentes personas en el aula no son necesariamente los mismos, es decir, los propósitos educativos iniciales del profesor no son compartidos y asumidos por todos los miembros del grupo.
Estas connotaciones, entre otras, seguramente en la práctica provocan muchos malestares en el profesorado. Es probable que muchos profesores lleguen a experimentar hasta la sensación de frustración, de incapacidad frente a la situación y por tanto de querer abandonar el trabajo, más cuando no se tiene la clara idea de qué y cómo enfrentar estas situaciones. Estamos hablando de enfrentar casos de indisciplina, faltas de atención… Esto, entre otros casos, procurará malas relaciones maestro-alumno, alumno- alumno y hasta entre los propios profesores. Por lo que nos estamos refiriendo a la difícil tarea del cómo asumir esto para lograr una convivencia adecuada en el aula y fuera de ella.
Ante todo lo expuesto, debemos asumir, pues, que el aula de clase es una zona muy peligrosa donde, tanto maestros como los alumnos, son vigilados constantemente por los directivos escolares, quienes imponen en la mayoría de los casos, una manera de decir y de ejercer la enseñanza de un modo homogenizador, sin tomar en cuenta las diversas realidades sociales que afrontan los maestros con cada alumno, en las que existen muchas más reglas coercitivas de las que podemos suponer; y que no han sido explicitas en el reglamento escolar.
El clima del aula y sus implicaciones controla, preocupa y ocupa el estado de desempeño del maestro a niveles que podrían estresarle y hasta quemarlo (conducirlo al Bournout), pues en nuestras escuelas tradicionales un maestro es valorado por su “control sobre el grupo”, y cuando no consigue este control con estudiantes incorregibles, la relación interna del aula se vuelve un verdadero campo de batalla, lo cual puede afectar el ambiente de aprendizaje del grupo y la salud misma del profesorado (Zamora, 2016).
Relaciones con las autoridades: directores
Las interacciones de los docentes con los miembros del equipo directivo varían según el tamaño y tipo de centro (pequeño, grande, rural), en otros casos de las edades, la condición profesional, de la formación de unos y de otros, de las actitudes; en fin, de la manera de conducir el centro por parte de dirección (Aparicio, 2009).
La dirección de los centros escolares es un asunto que cuestionan hoy las distintas instancias, administraciones educativas como profesores y padres de familia, en tanto que entre los actores antes mencionados deben procurarse relaciones saludables para evitar conflictos que deterioren el buen funcionamiento de la institución escolar y de los implicados. Según González (1997), se ha insistido en el director del centro no como aquel que impone una visión o idea de escuela a cultivar o que determina que se debería modificar dentro de la organización para que funcione mejor, sino un agente que desarrolla y promueve posturas críticas y transformadoras dentro de ella.
Ante lo expuesto es claro que para perseguir ese fin se necesita de una sinergia puntual que conlleve dinámica de análisis, la reflexión, cuestionamiento de la realidad organizativa de la escuela en la que se está inmerso (director, profesores, padres de familia, estudiantes). Para lo cual será necesario centrarse en la práctica, valorar necesidades, y sobre todo establecer el diálogo e intercambios entre los profesores para que estos hablen de su quehacer y de las circunstancias en que desempeñan su trabajo (Zamora, 2016).
Las relaciones entre docente y dirección pueden generar enfermedad. Algunas investigaciones han demostrado que individuos particulares pueden causar, dentro de su entorno laboral, un estrés indebido a otras personas, dado que no reconocen los sentimientos ajenos ni las sensibilidades que están en juego en la interacción social (Sutherland y Cooper, 1990).
Influencia de la Nuevas Tecnologías
Como bien explica Cabero (2013), vivimos la llamada globalización de la economía, de la cultura, de estilos de vida. Vivimos en una sociedad en donde los conceptos de espacio y tiempo han variado. En donde la rapidez con que la información es puesta a nuestra disposición hace que nos enfrentemos a un exceso de información.
Se sabe por ejemplo que muchas personas en el mundo están interconectadas por medio de las llamadas redes sociales, que es posible llevar a cabo cursos de formación por medio de plataformas virtuales, entornos de aprendizajes, que es posible formar parte de comunidades de aprendizaje, y más aún, un atiborramiento de información a la que nunca pensamos acceder, se encuentra navegando en este mundo virtual.
Mirete (2010) expresa:
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han ido entrando en las aulas y hoy son una realidad, aunque en muchas ocasiones una realidad mal aprovechada a causa del desconocimiento existente a cerca de sus posibilidades didácticas. La escuela ha de poder ofrecer una respuesta ajustada a las necesidades de los alumnos que hoy llegan a l<as aulas, nativos digitales, los cuales encuentran en estas herramientas mayor nivel de motivación. Ahora bien, la integración de las TIC en el aula requiere un profesorado formado en el uso técnico de las tecnologías, pero, sobre todo, en el empleo pedagógico de las mismas (p. 35).
De lo expuesto por Mirete surge la interrogante: ¿están preparados los docente para el uso de las TIC en sus propuestas de enseñanza?, pues mientras los estudiantes podrían asumir, desde otras realidades económicas, un papel de gestor moderno de la información y del conocimiento, este profesor que en algunos casos no tiene acceso al mundo de la información digital, del e-learning, primero desaprovecha posibilidades de gestionar e implicarse en redes de aprendizaje, y en otros casos por desconocimiento cae en el penoso papel de no poder responder a inquietudes, a nuevas competencias y a limitar su desempeño en lo tradicional y descontextualizado (Zamora, 2016).
Los que llegan al aula y esperan que ésta se adapte a sus intereses, con un docente capaz de ponerse a su nivel y dar respuesta a sus interrogantes. El conocimiento está disponible, así que necesitan que la escuela les ofrezca escenarios donde organizarlo, estructurarlo y asimilarlo, con unos profesores que les guíen por esa maraña de información y conocimiento. El docente está necesitando de una formación específica que le capacite para hacer frente a estos nuevos desafíos, y que a su vez le ayude a realizar esta adaptación y ajuste al nuevo modelo de sociedad. Ahora bien, la formación docente enfocada a la integración de las TIC en el aula, debe ser capaz de generar competencias tanto en los aspectos técnicos, como pedagógicos y metodológicos de estas nuevas herramientas, ya que sin esa combinación las posibilidades de las tecnologías se ven notablemente reducidas (Rodríguez y Pozuelos, 2009; citado por Mirete 2010).
La atención a la Diversidad
Son muchos los artículos, ensayos y hasta tesis doctorales que han abordado en tema de la atención a la diversidad. Típicamente la mayoría de los que abordan el tema coinciden en que la atención a la diversidad incita hacia la búsqueda de modelos flexibles para dar respuesta a las necesidades de aprendizajes, estrategias o medidas que favorezcan el rendimiento académico, cómo evitar la deserción, entre otras propuestas que obligan la dedicación abnegada del profesor. Sin embargo, cuando se aborda el tema, casi por ningún lado, se profundiza en las condiciones laborales de las escuelas como eje de garantía de la atención a la diversidad, y más lamentable aún, no se aborda la formación profesional del profesorado, su condición de vida y salud; que es al final sobre quién recae la mayor responsabilidad en dicho proceso (Zamora, 2016).
Lo antes expresado queda bien soportado con lo que dice Murias y Rico (2000):
“…En un sistema escolar marcado por la estandarización y con un profesorado perseverante en la enseñanza de grupos y no de individuos, la afirmación cobra nuevo sentido. No creemos preferir tener alumnos/as destacados/as: en el fondo, no nos importa que sean buenos o pésimos estudiantes. Los alumnos/as que progresan desde los abismos del desconocimiento nos ofrecen grandes gratificaciones. Sinceramente, en el fondo nos molesta la diversidad, la atención múltiple y desequilibradora, el trabajo atareado de un lado a otro, el inacabable rebobinaje de nuestra atención que nos impide centrarnos en una posición estable, sosegada, permanente. Creemos con honestidad que nuestro malestar no reside en la incapacidad de los alumnos y alumnas; reside sencillamente en nuestra incapacidad para resolver la atención a la diversidad” (p. 125).
Siendo la diversidad humana una realidad patente y que ha sido objeto de interés para distintas disciplinas científicas como la Antropología Social y Cultural, la Sociología de la Educación, la Educación Especial, las Teorías Constructivistas del Aprendizaje, la Teoría Política, la Historia, la Demografía, la Psicología y la Pedagogía por supuesto. Este tema, a pesar de ser objeto de estudio, no refiere que existe una teoría única que dicte pasos concretos para afrontar la diversidad humana desde la educación escolar.
En muchos casos se ha atribuido a este término, de atención a la diversidad, al hecho de identificarse con personas, individuos con necesidades especiales (minusválidos, discapacitados), Así también otros lo refieren a la atención que requieren los alumnos que sobresalen (habilidades precoces, ritmo rápido de trabajo). Empero si compartimos la interpretación de Muñoz y Maruny (1993), éstas describen los siguientes ámbitos de diversidad: de ideas, experiencias y actitudes previas; de estilos de aprendizaje; de ritmos; de intereses, motivaciones y expectativas ante el aprendizaje escolar; de capacidades y de ritmos de desarrollo. Lo cual implica, las interpretaciones anteriores y las aborda con más amplio enfoque.
Frente a esta realidad basta con que nos imaginemos y nos coloquemos en el lugar de un maestro de aula, quien para atender esta realidad deberá exigirse un gran esfuerzo, dedicar mucho tiempo, ocupación y preocupación dentro y fuera del aula de clases.
Entonces preguntémonos: ¿Qué problemas ocasiona al profesorado la diversidad del alumnado del aula de clase?
Basta con pensar en lo difícil que es hacer que dos de tus hijos en tu casa homogenicen ideas, criterios, deseos o aspiraciones, por ejemplo. Del mismo modo cuando en grupo de amigos se desea consolidar alguna idea o proyecto, todos y cada uno de los participantes ofrecen, en su mayoría, puntos de vistas diferentes, entonces imaginemos lo que puede pasar en un salón de clase en donde cada niño o joven proviene de un hogar con características culturales propias, con una religión, de contextos socioeconómicos distintos, de sectores sociales menos favorecidos y otros de sectores más favorecidos, pesemos en que cada uno de estos niños o jóvenes traen aspiraciones distintas consigo; además si fuera poco se han hecho previamente una idea propia de lo que es la escuela, de para qué de la escuela, para qué aprender y qué aprender.
Todo lo anterior responde por sí solo todo lo que genera una sobredosis de preocupación en el trabajo docente y que le trae consigo un sinnúmero de problemas que podrían, en ocasiones, hasta escapar de sus posibilidades humanas y materiales, acarreando esto un sin número de malestares, no sólo laborales, sino de salud.
Lo expuesto confirma que la realidad del trabajo docente comporta de forma inherente, asumir lo que se corresponde al concepto de diversidad, lo que induce consecuentemente a la llamada atención a la diversidad; y para lo cual decimos que una escuela estará abierta a tal aceptación en tanto preparado esté su profesorado (Zamora, 2016).
3. Conclusiones
Lo que a continuación se presentan como conclusiones son derivadas de diversas investigaciones, opiniones de expertos y de la experiencia misma del autor. Se espera sirvan como punto de partida o referentes para incitar a la realización de este tipo de estudios y/o a poner mayor atención a esta realidad.
- Muchos de los aspectos que enfrentan los profesores en las escuelas o que condicionan su quehacer, son de carácter inherente a la naturaleza del trabajo; sin embargo, debería ser prioridad que los profesores conozca cómo éstos pueden afectar su buen desempeño y hasta su salud.
- Diversos estudios han demostrado que los profesores externan que aspectos como las relaciones entre colegas, la actitud de muchos dirigentes escolares, el numerario de alumnos por aula, la atención a la diversidad de ritmos de aprendizajes, y ahora la ineludible incursión por las tecnologías de la información y la comunicación; entre otros aspectos son connotados estresores de esta profesión.
- La promoción y el cuido de la salud docente es un tema de casi total desconocimiento por parte de autoridades y el profesorado en general.
- El ambiente o clima escolar juega un papel crucial en la experiencia de satisfacción e insatisfacción entre los maestros. Los docentes que perciben un entorno más positivo y tener más control sobre sus aulas, están más satisfechos con su desempeño.
- El hecho de que la mayoría del sector docente considera que todos estos aspectos nos inherentes al desempeño de su labor y que debe enfrentarlos de forma naturalizada hace que éstos se muestren indiferentes ante la necesidad de demandar y promover su atención.
- Un sin número de estudios han demostrado que los problemas que más afectan a los docentes en su actividad profesional son:
- La falta de colaboración de los padres de familia.
- Los problemas de aprendizaje que se derivan de las situaciones sociales y pedagógicas.
- El comportamiento indisciplinado de los grupos de estudiantes en su conjunto.
4. Referencias bibliográficas
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