Joel Sadracht Hurtado Corea
Máster en Teología
sadracht-h@uml.edu.ni
ID: https://orcid.org/0000-0002-0365-1488
Jairo Manuel López Aguilera
Máster en Teología
sadracht-h@uml.edu.ni
ID: https://orcid.org/0009-0005-7628-3275
Uiversidad Martín Lutero
Resumen
En este ensayo se examina la separación entre el quehacer bíblico teológico y la comunidad de fe, abogando por su reconciliación. Destaca que el sujeto central de la Teología es la comunidad de creyentes, no el erudito individual. Advierte el peligro del individualismo competitivo entre expertos, alejados de la Misión de la Iglesia. El objetivo primordial es plantear una actitud teologal que recupere la conexión entre estas áreas, señalando que la Teología debe entenderse como un servicio a la comunidad de creyentes y no como un esfuerzo individualista.
Se anuncia el peligro que hay en la ruptura de la Iglesia con el quehacer teológico-exegético, lo cual produce falta de fundamento bíblico consistente para la praxis de la fe por causa de una interpretación descontextualizada de la Escritura.
En las conclusiones, se invita a un esfuerzo conjunto de teólogos, exégetas y laicos que aúne el trabajo académico y la vida pastoral de la iglesia y así construir una Teología viva, relevante al servicio de la Iglesia y su misión, recordamos que la Teología, la exégesis y la Iglesia son partes inseparables de una misma realidad en Cristo y su tarea conjunta siempre ha de estar al servicio del reino de Dios. El propósito es vitalizar el quehacer teológico, exegético y pastoral en caminos de armonía al servicio de la sociedad, el reino de Dios y la proclamación de la Palabra.
Palabras clave: Exégesis, Teología, Eclesiología, Hermenéutica.
Recovering the ecclesial roots of exegesis and theology
Abstract
This essay examines the separation between biblical-theological work and the faith community, advocating for their reconciliation. It highlights that the central subject of theology is the community of believers, not the individual scholar. It warns of the danger posed by competitive individualism among experts, which diverges from the mission of the Church. The primary objective is to propose a theological attitude that recovers the connection between these areas, indicating that theology should be understood as a service to the community of believers and not as an individualistic endeavor.
The essay warns of the danger inherent in the rupture between the Church and theological-exegetical work, which results in a lack of consistent biblical foundation for the practice of faith due to a decontextualized interpretation of Scripture.
In the conclusions, there is a call for a joint effort among theologians, exegetes, and laypeople to unite academic work and the pastoral life of the Church, thus building a living, relevant theology in service of the Church and its mission. It is emphasized that theology, exegesis, and the Church are inseparable parts of a single reality in Christ, and their joint task must always be in the service of the Kingdom of God. The purpose is to vitalize theological, exegetical, and pastoral work in harmony, serving society, the Kingdom of God, and the proclamation of the Word.
Key Words: Exegesis, Theology, Ecclesiology, Hermeneutics.
1. Introducción
En el contexto teológico del siglo XXI, surge una preocupante tendencia: olvidar que el sujeto central de la Teología no es el especialista o la erudición individual, sino Dios en su relación con el cosmos, la tierra y la comunidad de fe universal, es decir, la creación y la iglesia. Este hecho en la conciencia colectiva de especialistas de la palabra produce un distanciamiento entre la Iglesia y el quehacer bíblico-teológico, a esto se suma el individualismo y las competencias egoístas entre expertos, actitud que contrapone los valores del reino y es antagónico a la eclesiología nuevo testamentaria y a la Iglesia y su misión.
En este ensayo propone una actitud teológica que reconozca la conexión entre la Teología, la exégesis y la Iglesia. El propósito es examinar esta relación interdisciplinaria en el mundo de la Teología en su sentido amplio para desarrollar un camino que conduzca a la cohesión e integración, con el fin de que estas disciplinas en conjunto sirvan como herramientas a la comunidad de fe, orientadas a iluminar, guiar y mejorar la praxis de la iglesia en el cumplimiento la Misión y el testimonio de Dios en el mundo.
2. Contextualización de la relación Iglesia y el quehacer bíblico teológico
En el campo de la Teología actual hay una tendencia: olvidar que el sujeto de la Teología no es el especialista o erudito, sino la comunidad de fe en general, es decir, todos los creyentes, “el sujeto de la teología es la Iglesia”(Cordovilla, 2007, p. 30), y para precisar, “El verdadero sujeto de la teología es el hombre culpable de pecado y condenado, y Dios el que justifica y que salva al hombre, el pecador”(Pless, 2016, p. 18). No se debe confundir el sujeto teológico con su objeto, ya que, el “objeto de la ciencia teológica es Dios mismo. El Dios hecho hombre, revelado en Jesucristo, el logos divino” (Gálvez, 2016, p. 37), de ello, se desprende el sentido histórico del quehacer teológico y exegético. En definitiva, afirmamos que, “el objeto de la teología evangélica es Dios en la historia de sus acciones”(Barth, 2006, p. 27).
Este aspecto, que fue olvidado por los especialistas de las ciencias bíblicas y teológicas, desarrolló una brecha entre los eruditos y el pueblo de Dios que exige atención: la llamada para el especialista es regresar a la casa de Dios; y la llamada para la casa de Dios es acoger a los especialistas. Los aportes de las ciencias bíblicas y teológicas son de gran beneficio cuando se hacen en la comunidad, para la comunidad y través de la comunidad que cultiva y se nutre del tesoro de la Palabra de Dios y se robustece para realizar la misión con mayor pertinencia en el contexto del siglo XXI.
La comunión entre los expertos y la Iglesia beneficiará a ambos sectores, Los expertos deben reflexionar: ¿A quién enseñará los doctores? ¿Quién los escuchara? ¿A quién presentará sus descubrimientos exegéticos? ¿Quién comprará sus libros? ¿Cómo estarán integrados en el cuerpo de cristo?… Estas preguntas sirven para reflexión al otro actor la iglesia: ¿Quién ayudará a comprender futuros desacuerdos doctrinales? ¿Quién arrojará luz sobre la interpretación de textos controvertidos? ¿Quién producirá materiales educativos para las nuevas generaciones de creyentes?…
Es cierto que la interpretación científica, histórico-crítica del texto tiene muchas posibilidades para la comprensión de la Escritura, pero por su misma naturaleza solo puede iluminar (la dimensión histórica, gramatical, sociocultural, retorica, narrativa…) a aquellos que tienen las destrezas del método científico. Este fenómeno ha creado una crisis de confianza entre la Iglesia y los postulados presentados por los eruditos y especialistas en las ciencias bíblicas y teológicas, gestando dos formas de leer la escritura: una es la manera que la iglesia lee la Biblia y la otra es la manera en que los teólogos y exégetas leen el texto. Respecto a esta brecha debemos recordar que “Interpretar la Biblia es realmente una empresa comunitaria”(Sánchez, 2005, p. 169).
En la época de la ilustración, se deja de lado el límite hermenéutico de leer la Biblia desde la fe, al servicio de la Iglesia y con la Iglesia; a merced de que al “leer la Biblia desde la fe, en el marco de una comunidad y con referencia al contexto en que Dios nos ha puesto, no nos asegurará que nuestras interpretaciones sean las correctas” (Andiñach et al., 2009, p. 242). Entre los siglos XVII y el XXI la división se amplió, lo que no debería haber sucedido, fue una desintegración innecesaria, en palabras de Rafael: “Fue trágico el abismo que se abrió entre la Iglesia y la exégesis crítica en el siglo XIX. Hoy surge una nueva exégesis no confesional, pero que aporta elementos que deben ser incorporados por los exegetas creyentes”(Aguirre, 2021, p. 107).
Hoy en día, en lugar de la lectura creyente y comunitaria de las Escrituras, los especialistas leen y presentan las verdades eternas e históricas del texto según el método científico, se ha hecho de la interpretación especializada un acto privado y privilegiado para aquellos que han alcanzado experiencia en el campo de expertos del quehacer teológico y exegético y forman parte de las grandes escuelas de Teología y ciencias bíblicas. Esto lleva a la pérdida del vínculo inextricable entre la Biblia y la Iglesia, ya que la finalidad de la Escritura solo puede comprenderse en el marco del vínculo vital de fe de la comunidad de creyentes, porque cuando, “la Iglesia en cuanto congregatio fidelium sea el sujeto de la teología cristiana, fundamenta la característica de su eclesialidad en perspectiva teórico-científica” (González, 2008, p. 412).
3. Importancia del quehacer bíblico teológico para la Iglesia
El trabajo teológico y de la exégesis bíblica deben entenderse por el especialista como un acto de servicio a la comunidad de fe sobre la base de la misión; dado que, la “misión es el origen de la teología y, por consiguiente, de la educación teológica, se desprende entonces que la educación teológica no solamente está al servicio de la misión, sino que se constituye en una parte fundamental de la misma”(Suazo, 2012, p. 182). Por tanto, la Biblia debe leerse en contexto misional, que se articula en la historia de la Iglesia, lo que exige, lectura de la Escritura en su contexto histórico, pero también en su dimensión eclesiástica, que, en diálogo con todos los creyentes “interpretamos la Biblia en comunión con toda la comunidad cristiana que, a lo largo de la historia, ha saboreado la profundidad de la Palabra”(Ramis, 2017, p. 28), donde, “el sentido último del texto no lo da la persona aislada sino la comunidad de creyentes en diálogo con su contexto social e histórico”(Zorrilla, 1989, p. 52).
Tanto los métodos teológicos, así como los métodos exegéticos, son herramientas valiosas e importantes para comprender el texto bíblico, pero la autoridad final es la Escritura. Por lo tanto, ningún método debe gozar de absolutidad, ni convertirse en el único criterio de interpretación. La Teología debe entenderse como una reflexión crítica y constructiva sobre la fe de la Iglesia en diálogo con las ciencias humanas y sociales, pero siempre al servicio de la misión de la Iglesia y la proclamación del Reino de Dios. El trabajo teológico y exegético siempre al servicio de la fe.
El trabajo teológico y exegético que no viva y lea las Escrituras desde el ambiente y ámbito vivo de la iglesia se convertirá en una árida arqueología de palimpsestos, porque, “la interpretación de la Palabra, si es realmente bíblica, es el resultado de una participación de la comunidad y del Espíritu divino”(Sánchez, 2005, p. 169). Confiar el rigor académico en manos de especialistas ajenos a la Iglesia, es asumir irresponsablemente que, la comprensión seria y respetuosa de la Palabra no es un trabajo para el predicador, ni para el creyente que también es iluminado por el Espíritu inspiro el texto sagrado. Se proyecta que es un trabajo para peritos, eruditos, con sus instrumentos provisorios y mutables.
4. Peligro de la ruptura de la Iglesia con el quehacer bíblico teológico
La ruptura entre el quehacer teológico y el exegético se convirtió en una contraposición fortificada y opositora a la fe; de modo que la fe de la Iglesia ya no puede justificarse mediante la interpretación crítica, dando lugar a un cristianismo en donde el quehacer teológico y el exegético es un obstáculo que impide la verdadera y auténtica comprensión del mensaje.
Separar a la Iglesia del quehacer teológico y el exegético conduce un vaciado interior a ambas partes. Por un lado, la Iglesia se encuentra sin la base sólida y confiable del legado de la fe como producto histórico y herencia eclesiológica, por lo que se convierte en una organización que grita a los demás palabras y lemas modernos y contemporáneos al lado de otras instituciones que pregonan las palabras y eslogan de la moda del momento, en palabras de Beale “Si la iglesia contemporánea no puede hacer exégesis y teología como lo hicieron los apóstoles, ¿cómo puede sentirse corporalmente uno con ellos en el proceso teológico?» citado por (Caballero et al., 2019, p. 53). Por otra parte, fuera de la iglesia la Biblia no es la Palabra efectiva de Dios, sino un conjunto de numerosas fuentes históricas, un conjunto heterogéneo de libros que estamos intentando extraer, o extirpar su sentido, al mismo tiempo tropicalizando en la ilustración de la mentalidad intelectual posmoderna. Hoy en día sólo es importante el conocimiento cultural, social, político, económico, de la economía de la información, de la filosofía y de la Teología del pasado lejano que satisface la curiosidad de las mentes cultas y educadas.
La ruptura entre el quehacer teológico y el exegético se convirtió en una contraposición fortificada y opositora a la fe; de modo que la fe de la Iglesia ya no puede justificarse mediante la interpretación crítica, dando lugar a un cristianismo en donde el quehacer teológico y el exegético es un obstáculo que impide la verdadera y auténtica comprensión del mensaje. Por lo tanto, en este contexto, la Iglesia carece de verdadera predicación e interpretación de la Palabra de Dios, escasea la exposición fiel del Evangelio de Dios, a causa de no someter al rigor académico tanto al intérprete como al oyente del mensaje predicado, dejando espacio vacío para que otras palabras se presenten como la Palabra.
Sin embargo, el acalorado debate entre teólogos y exégetas sobre los límites de los enfoques interpretativos y teológicos aparece también en un momento oportuno. Esto nos permite ver la naturaleza analógica del trabajo interpretativo y teológico. Por un lado, hace de la Biblia un libro abierto; cada método exegético y teológico abre la puerta a una nueva comprensión del texto sagrado. Por otro lado, esto convierte a la Biblia en un libro cerrado, objeto de estudio de expertos y especialistas en interpretación y Teología, excluido de la lectura y contemplación por parte de los laicos.
En este escenario, la ciencia de los métodos teológicos y hermenéuticos ha construido un muro alrededor del jardín de la Biblia, que ahora es inaccesible para los no especialistas.
5. Conclusiones
En este ensayo, hemos explorado la relación entre la Teología, la exégesis y la Iglesia, y hemos enfatizado la importancia de recuperar una visión unificada en la que estas disciplinas sirvan a la comunidad de fe. Es necesario que la Teología recupere su carácter eclesiástico, reconociendo que su sujeto es la Iglesia en su conjunto, y no el estudioso individualista, la Teología y la exégesis no es propiedad de una elite, culta, escéptica,… sino a personas de fe, que: “va haciéndose sujeto de la teología y cómo ésta recoge e ilumina todas las dimensiones de la vida”(Richard et al., 1985, p. 372), en donde el genuino “verdadero sujeto de la teología es todo el pueblo de Dios y no una Iglesia mal llamada «discente»”(Vilanova, 1991, p. 876). Por su parte, la exégesis bíblica, debe entenderse como una herramienta que ayuda a comprender la Biblia en su contexto histórico, así como en su dimensión espiritual y teológica. Por el contrario, la iglesia debe ser un lugar que fomente el estudio serio y cuidadoso de la Biblia, no sólo para los expertos, sino para todos los creyentes. La comunidad de fe debe animarse a leer la Escritura con fe y apertura intelectual, y a buscar orientación e iluminación para su vida personal y comunitaria.
Sólo a través de los esfuerzos conjuntos de teólogos, exégetas y laicos podremos superar las divisiones existentes y construir una Teología viva y relevante que sirva a la misión de la Iglesia en el mundo de hoy, es decir, “el estudio de la Biblia es también una empresa misionera”(Sánchez, 2005, p. 169). Es hora de unir fuerzas y avanzar juntos hacia la unidad, reconociendo que la Teología, la exégesis y la Iglesia son partes inseparables de un mismo misterio de fe. Que este llamado a la unidad sea un nuevo comienzo para un quehacer teológico y exegético al servicio de la comunidad de fe, arraigada y dirigida hacia la proclamación del Reino de Dios.
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